Estos retratos y escenas, en su mayoría inmortalizadas por los propios perpetradores de la SS, suponen una evidencia inequívoca de los crímenes cometidos en Auschwitz; aunque, al mismo tiempo, representan un gran desafío para el espectador, que, aunque no es consciente de ello, está observando la historia desde la perspectiva del fotógrafo, a través de una lente nazi.